lunes, 18 de marzo de 2013

El momento mas feliz?


Hace unos días leía en un blog, un post titulado “El momento más feliz de mi vida”.
Me hice la pregunta a mi misma y no tardé mucho en responder.

Era sábado, según las cuentas, faltaba todavía una semana para que naciera mi primer hijo, pero a veces las cuentas fallan, y ese día, después del paseo diario, no me sentía bien. Recuerdo que mi suegra me preparó una manzanilla para que me ayudara a hacer la digestión, pero nada. Llego mi madre, que tenia la experiencia de ocho hijos, y decidimos que era momento de ir al hospital.

Efectivamente, había llegado la hora. Todo iba bien, hasta que en el monitor vieron que el niño sufría y decidieron que naciera mediante cesárea.

La operación no tuvo complicaciones y, lo más importante, parecía que el niño estaba bien. Lo peor de la cesárea es que cuesta mucho más la recuperación de la madre, por lo que teníamos que quedarnos al menos una semana en el hospital. Y justo a la semana, cuando ya preveíamos la vuelta a casa, detectaron que el niño no respiraba bien y parecía tener algún problema cardíaco.

Nunca olvidaré el momento en el que me dijeron que el niño se encontraba mal y que había que llevarlo a la Clínica Universitaria de Pamplona. En ese momento me encontraba sola y lloré y lloré. Entre sollozos, grité a Dios que no me lo quitara, por favor no…

Cuando lo prepararon todo, me llevaron a despedirme de mi hijo, lo vi en brazos de una enfermera, lleno de cables, tan pequeño e indefenso y yo tan impotente.

Mi cuñada, que vivía cerca, se fue con él en la ambulancia y haciendo frente a la nieve que caía, llegaron a Pamplona.

El diagnóstico “coartación aórtica”, había que operar. Su padre y la familia, iban y venían del hospital pero a mí no me permitían ir, pues estaba convaleciente, me cansaba y me dolía la herida de la cesárea, al menos eso era lo que yo sentía.

La operación salió bien y había que esperar su recuperación. Aquellos días alejada de lo que más quería, comprobé la fuerza que tiene la mente para hacerte sentir cosas imposibles, olía la colonia que le ponían al recién nacido como si lo tuviera junto a mí, y cuando por fin me permitieron ir a verlo un rato en la UCI, mis dolores físicos acabaron como por arte de magia.

Estuvo un mes en el hospital y por fin, la víspera de fin de año, llegó la tan esperada llamada de teléfono, podíamos ir a buscarlo al día siguiente.

No me lo podía creer, íbamos a tener a nuestro hijo con nosotros, la vida volvía a tener sentido.

Este ha sido el momento más feliz de mi vida.

lunes, 11 de marzo de 2013

Entre nieve y nieve...


Hay fines de semana en los que parece que no haces nada porque no sales de casa, pero puede ser una forma de disfrutar si ésa ha sido tu decisión, se puede disfrutar de la soledad, del estar tirada en el sofá, de un libro,… y hay otros, como este fin de semana, que vienen cargaditos de compromisos “gastronómicos”.
Comenzamos el viernes con la inauguración del nuevo hogar de unos amigos y como buenos anfitriones nos agasajaron con una buena cena.

El sábado nos tocó a nosotros preparar una alubiada en la sociedad y nos empleamos a fondo, alubias con berza y sus correspondientes “sacramentos” (morcilla, tocino, chorizo y costilla), menú apropiado para la estación en que nos encontramos. Los comensales muy contentos y seguro que el señor colesterol también, pero como decía aquel “un día es un día y 7 una semana”.
Pero al margen de nuestra programación, entre la nieve que ha caído hace unos días y la que al parecer va a caer esta semana dando los últimos coletazos del invierno, la primavera ha tocado la puerta este fin de semana, dejándonos su tarjeta de visita, con la promesa de que pronto estará con nosotros.

Por eso el domingo decidimos honrar a nuestra visitante dando un paseo que teníamos apuntado en nuestra agenda.

Llegamos en coche hasta Aizarnazabal y tomamos el camino que indica Zumaia, seguimos las marcas que señalan el recorrido que transcurre entre tramos de pista forestal y caminos asfaltados entre caseríos. Tiene ciertas subidas y bajadas pero al no ser demasiado pronunciadas se superan con facilidad.



Espino blanco


Flores de San José
Llegamos a Oikia, barrio de Zumaia, con numerosas casas y chalets agrupados. Pasando junto al frontón seguimos el paseo sorteando, primero la autopista mediante un paso superior, luego cruzamos un viejo puente sobre el rio Urola y un pequeño túnel bajo el ferrocarril, para llegar a San Miguel de Artadi, otro coqueto barrio de Zumaia.


Rio Urola y la fuerza de algun temporal

Puente sobre el Urola

Tiene unas vistas muy bonitas y esto no ha pasado desapercibido para las constructoras, que han hecho un intento de urbanizarlo con viviendas unifamiliares, pero dado el mal momento económico por el que estamos pasando, la idea no está prosperando.

San Migel de Artadi
Oikia desde Artadi


Zumaia desde Artadi

Desde aquí se puede bajar a Zumaia, pero lo dejamos para otra vez, porque al tener que volver al coche, la subida se nos iba a hacer dura. Volvimos por el mismo camino hasta casi llegar a Oikia y nos desviamos hacia la carretera para tomarnos un pintxo de chorizo en el restaurante Muniosoro. Siguiendo un tramo por la carretera, llegamos a un bidegorri y pasando por el barrio Zubialde llegamos al punto de partida Aizarnazabal. Un txakoli y a comer a casa.
Ha sido un bonito paseo para disfrutar de la naturaleza.

PD. Algunas fotos no estan muy nítidas, fallo de fotografo. Las guardaremos en ala retina.